viernes, 25 de noviembre de 2022

...EL FRACASO HACE PARTE DE LA VIDA

 

 

    Dice un dicho del que no conozco al autor, “El opuesto del éxito no es el fracaso, es la mediocridad. El fracaso hace parte del éxito”

    Yo diría: El opuesto del éxito es la mediocridad. El fracaso, hace parte de la vida y solo queda seguir.


   En uno de los cursos que dicto sobre emprendimiento y modelos de negocio, me preguntó Sebastián, uno de los asistentes, cómo quitar miedo al fracaso.

   Yo, que en términos del tema he sido un experto sin precedentes, pues mi tasa de negativos en el montaje de empresas es de 14/16 intentos, le respondí con el callo que llevo por dentro, “fracasando”.

   Y no mentí sobre el asunto.

   El miedo al fracaso se quita así.

   Viviendo la situación, aprendiendo de ella.

   Enfrentándolo.   

   Y  nada puede hacerse contra la sensación de “culillo” que se siente en la boca del estómago ante la incertidumbre, y menos, cuando lo que se hace es parte de un proyecto de vida serio, y todas las esperanzas están centradas en él.

   Entonces queriendo aportar a resolver la inquietud de mi preocupado alumno, agregué diciendo: “El fracaso es algo común en la vida. No es exclusivo del mundo empresarial, económico, deportivo o académico, y la sensación de frustración puede sentirse en el amor, la amistad, o en cosas tan cotidianas como perder el bus, la mesa en el restaurante, no encontrar un producto en el supermercado, o perder un billete de 10 mil pesos”, anoté, buscando sacar el tema del plano empresarial, para referirme a que la actitud frente al fracaso es personal, pues depende de cada uno  la manera como se atiende, aborda, o asumen las consecuencias de un resultado negativo.    

    Lo descubrí después de mucho fracasar y  lidiar con sentimientos de frustración.

   Lo de abordar y asumir de manera consciente las consecuencias de la perdida. “Puede pasar porque se actuó mal, por mala preparación, desconocimiento, o porque el azar de la vida jugó en contra.  Por eso hay que analizar las razones por las cuales la situación se presentó y aprender de ello”, reflexioné ante todos, buscando llegar a más.

   Y es que, a mi juicio, tanto el éxito como el fracaso, son el resultado de la combinación de factores que involucran lo técnico, lo personal y el azar.

   Lo técnico, se apoya desde el conocimiento, el uso de modelos, métodos o procesos. Lo personal, con la actitud que se tenga frente a la vida y el nivel de proactividad que se tenga para potencializarlos. El azar, es incontrolable, pero se mitiga confluyendo lo técnico con lo personal.   

   Resáltese que menciono que lo personal potencializa el éxito o el fracaso.

   Crea condiciones, ambientes para que los resultados sean mejores o peores, pero, sobre todo, prepara a la persona para asumirlos de manera consciente, profunda y responsable. Entonces complementé la respuesta diciendo a Sebastián: “Ser proactivo prepara para asumir lo bueno y lo malo.” Pero no desde la definición concéntrica de tener iniciativa  o de empezar cosas, sino como resultado de la confluencia de otras habilidades que lo complementan y elevan su nivel, como son la pasión, curiosidad, imaginación y cooperación, de cuyo nivel de desarrollo, se logra ser alguien proactivo.

   El nivel de proactividad es directamente proporcional a la potencialización del éxito personal. Por eso debe trabajarse en su mejora. En hacer lo que a uno le gusta y hace feliz  en búsqueda del triunfo personal, para comprender y asimilar que no siempre en la vía hacia el éxito, todo sale bien.  

   Perder dinero, un premio, una pareja, quebrar un negocio o llegar de último en la competencia, son representaciones sociales construidas del fracaso que, a mi juicio, carecen de sentido, pues no son más que casualidades o accidentes que no tienen porque afectarnos y son, más normales de lo que uno piensa. Y no lo digo desde la perspectiva de baratija del dicho que dice que perder en el fondo es ganar, que es un paso para alcanzar el éxito, ni la retórica que usan los gurús que trabajan temas de motivación o crecimiento personal para ayudar a salir del atolladero a quienes han caído.

   Perder es perder y fracasar es fracasar.

   Como tal deben de asumirse.

   Superar el accidente o tropiezo con rapidez para iniciar el nuevo camino hacia resultados mejores es la opción, sin significar lo anterior, que no haya tiempo para asimilar sentimientos de dolor o frustración y entender que, bajo la consciencia de hacer las cosas bien, todo puede suceder y no es fin del mundo.  

   Por eso con rapidez deben retomarse las acciones que vayan dirigidas al cumplimiento de los sueños y a la realización personal.

   Saber quién se es y contar con un proyecto de vida claro (pasión); desarrollar pensamiento crítico, analítico (curiosidad) y creativo (imaginación); trabajar en equipo con sentido cooperativo (cooperación), son habilidades que hacen al ser proactivo, y de cuyo desarrollo, se potencializa la vida hacia el éxito. 

   Ahí está el fondo de la respuesta que le di a Sebastián.

   No hay fórmulas ni pociones mágicas para superarlos. Me refiero al éxito y al fracaso. Porque el éxito también es peligroso si no se está preparado para él, aunque muy pocos dicen tenerle miedo. Por eso la forma de asumirlos es propia, personal y como tal deben de llevarse. 

   Por eso puedo referirme con toda confianza que para vivir alejado de los temores del fracaso o los excesos de confianza del éxito, debe construirse un  ser proactivo, el cual, haciendo lo que le gusta y hace feliz, potencializará la vida para que todo salga bien incluso, viviendo frustraciones y fracasos.