“Mejor
inicio el negocio el próximo año, pues éste se acabó”, será una de las frases
más utilizadas por algunos emprendedores, a propósito, de la época de fin de
año. Pero al mirar de manera retrospectiva sobre el asunto, se encuentra que el
mismo argumento se ha utilizado una y otra vez con cambios sutiles temporales,
adaptados a la época de vacaciones, a la semana santa, al fin de semana, al
resfriado recién vivido, o a las condiciones políticas, económicas y hasta
atmosféricas del país, todo, con el fin de aplazar el inicio de algo.
Se llama
PROCRASTINACIÓN.
Una actitud
antipática que todo emprendedor debe de evitar, pues va en contravía de lo que
éste es, de común usanza entre quienes tienen altos niveles de miedo,
desconfianza, poca autoestima o pereza para iniciar algo, considerando en la
mayoría de las ocasiones, argumentos flojos, irrelevantes y hasta grotescos
para no cumplir con lo pactado.
Llamada
también el síndrome del estudiante, por aquello de dejar todo para el último minuto,
la procrastinación lleva a muchos emprendedores al aplazamiento de sus sueños cuando no de sus éxitos, al no enfrentar el
inicio de las cosas cuando debe ser.
Lo he
vivido en carne propia.
Incluso
como emprendedor.
He aplazado
la ejecución de ideas de negocio en las que hubiera sido pionero, seguro
exitoso, y visto como otros se llenan de gloria y los bolsillos de plata porque
actuaron con prontitud sin esperar a que el mundo confabulara para la acción, porque
entendieron que éste ya estaba confabulando, de hecho siempre lo hace, y que lo
único que quedaba por hacer era arrancar y cumplir con sus sueños y deseos sin
importar nada más, obviando la consideración inoperante de disculpas,
argumentos o explicaciones que encuentran
en la desidia, el temor y el vacío existencial un espacio que
ocupar, llevando al emprendedor hacia el
fracaso y hacia terrenos peligrosos de disculpas que terminan en respuestas
como: “ yo que iba…”, “ si hubiera…”, “
Si fuera…”, que solo ofrecen frustración.
Muchas razones lo llevan a uno a procrastinar.
Menciono algunas de las que he vivido, y que,
a la luz de este ensayo, considero me han perjudicado más en mi accionar como emprendedor.
Perdí mucho tiempo de mi vida haciendo
reprocesos o a la espera del estado ideal de las cosas. He considerado que a lo hecho le falta, y que
podría hacerse mejor. Pero no lo hice con la visión de la mejora continua que
da el proceso, sino con el peso de la espada del perfeccionismo excesivo
que poco o nada aporta en la vida, menos para emprender, el cual me ha seguido
por años, incluso por estos días, causando el aplazamiento de muchos proyectos artísticos,
sociales, productivos que seguro se hubieran salido adelante, si los dejaba mejorar
en su trasegar cotidiano. Comprender que nada es perfecto, que todo es susceptible
de mejora y progresión pueden ser algunos aspectos para considerar al momento
de hacer una evaluación y desistir de iniciar o continuar con un proceso.
Otra razón recurrente que he tenido para la
postergación y aplazamiento de proyectos ha sido el miedo al fracaso. El
hecho de pensar en los sentimientos de frustración que éste genera, me llevan a
que los evite a toda costa aplazando inicios cuando no abortando la continuidad
de proyectos. De allí la importancia de la comprensión y asimilación de que todo
evento tiene probabilidad de falla, que el fracaso hace parte del azar de la
vida, y que como tal es incontrolable, incluso, después de hacer miles de
estudios técnicos. La frustración se enfrenta con actitud. Es una disposición
desde el ser, como lo mencioné en el artículo … el fracaso hace parte de la
vida, presentado en este mismo blog, con fecha del 25 de noviembre anterior,
y que menciona entre otros, la importancia de trabajar en el asunto.
Un tercer factor que invita a la
procrastinación, no menos importante que los mencionados, es el llamado síndrome
del impostor. Conocido también como el síndrome del fraude, es un trastorno
que sufren las personas cuando minimizan las posibilidades de logro o éxito que
una acción puede tener, menospreciando sus habilidades para lograrlo,
fomentando con ello la procrastinación o el perfeccionismo, ante la duda y la ansiedad
que se genera. De allí la importancia de conocerse a sí mismo, de saber replantear
pensamientos, ser creativos, buscar ayuda o trabajar en equipo, para enfrentar
el trastorno de manera efectiva.
Tres razones, tres pecados de los muchos que
habrá, que invitan a la procrastinación permanente, algo que todo emprendedor debe
evitar a toda costa. Trabajar en el ser, en la importancia de conocerse a sí mismo
con debilidades y fortalezas, a tener un proyecto de vida claro y enfocado; a profundizar sobre causas y consecuencias a través
del desarrollo de los pensamientos crítico, analítico y creativo, así como a
trabajar con enfoque de solidaridad y proactividad, serán parte de las acciones
a seguir para quienes desean desde ahora, desde que termine la lectura del presente
ensayo, iniciar proyectos de emprendimientos sostenibles y generadores de
riqueza.
La época es lo de menos.
La tierra continua rotando, trasladándose por
el universo, y la vida generando oportunidades para quienes deseen aprovecharlas
y hacer algo.
Es tu tiempo.
Feliz navidad y año nuevo para todos.