miércoles, 17 de agosto de 2022

EMPRENDEDORES ÁCIDO

      Llevo años observando con un halo espeso de preocupación, como en América Latina el hampa y la corrupción, ganan presencia con desesperado apuro en el terreno empresarial. Negocios relacionados con el lado oscuro de la humanidad se propagan de manera fría y cotidiana por la región, como si fueran la metástasis del peor de los cánceres, promovidos por quienes he decidido llamar, emprendedores ácidos.

   Personas  que se debaten con desdén entre la vida y la muerte, lo moral e inmoral, haciendo parte de empresas, proyectos o emprendimientos que se sustentan desde lo ilegal, ilícito y clandestino para operar. Personajes que, en su mayoría, tiene las competencias emprendedoras en un nivel alto superior, pero que entre las pocas oportunidades que ofrece el entorno, la ambición desmedida para ascender en la escala social, o el deseo de emular la holiwoodesca vida de los patrones, conforman parte activa de conglomerados económicos que sirven a lo deshonesto, para ser “exitosos” y progresar en la vida.

   Los ácidos lideran negocios relacionados con la condición humana en su peor expresión: Empresas de sicariato, tráfico de personas, drogas, prostitución, corrupción estatal, robo o contrabando, negocios que se convierten en grandes generadores de empleo informal y riqueza subterránea, aportando sin secreto ni pudor a la economía de nuestros pueblos, apalancados en criterios de estrategia, empresarismo e innovación.

   De allí lo paradójico del asunto. Emprendedores con todas las capacidades, pero delinquiendo.

   Y no son pocos.

   Tampoco todos.  

   Los que en otro lado del mundo pululan y son los de mostrar  y admirar dignos de copiar por su ingenio, perseverancia y tesón, en el nuestro, lo hacen buscando estilos de vida que se venden como fácil, rodeados de dinero, lujos, mujeres y buena vida, un caldo de cultivo que atrae a incautos, en una sociedad que premia al que tiene y sobresale sin importar mucho el origen de su éxito.  

   El emprendedor ácido, que llamo así por aquello de ser básico, crudo, bajo y de poca dignidad, administra empresas clandestinas, diseña y opera sofisticados modelos de mercadeo y distribución, o ejecuta prácticas delictivas que son perseguidas por las autoridades con acosado ahínco y tesón, utilizando con rigor, técnicas de creatividad, innovación para lograr colocar sus venenosos productos al servicio del mercado.  

   Pero  su deplorable función no debe entretenernos para sustentar que las competencias emprendedoras innovadoras que propongo: pasión, curiosidad, imaginación, cooperación y proactividad, las tienen en nivel alto, por no decir altísimo, lo que les permite sobrevivir para ejecutar sus sucios modelos de negocio con “éxito, y evitar caer en las garras de las autoridades.

   Pero la reflexión ¿Cómo es posible que se haya permitido que emprendimientos ácido sean la opción de proyecto de vida de muchos que tienen la habilidad para ser emprendedores innovadores, pero que desvían su camino ante la falta de oportunidades equilibradas y coherentes con lo que se quiere ser?

   ¿Cómo es posible que los emprendimientos ácidos superen con preocupante éxito, los impactos de las inversiones de millones de dólares hechas por años, por cientos de ciudades latinoamericanas, entre ellas Medellín, Colombia, para promover el desarrollo del ecosistema emprendedor, sacar a la gente de la pobreza y mejorar la calidad de vida de sus habitantes?

   Es razón del administrador público, pero también de la sociedad civil, crear, proponer, auspiciar ambientes para el desarrollo del emprendimiento. Rectificar el camino mediante acciones dirigidas para el desarrollo de las competencias emprendedoras innovadoras desde la base primaria y la niñez, pero desde la perspectiva del ser emprendedor y no del empresario.

   Construir personas de bien desde modelos de aprendizaje que estimulen el conocimiento personal para vivir con Pasión; que desarrollen la curiosidad para fomentar el pensamiento crítico y analítico; que inspiren la imaginación hacia la experimentación y el pensamiento creativo; que inviten a la cooperación para tener visión colectiva y solidaria, e impulsen la proactividad para evitar la procrastinación y el dejar todo para mañana, podría ser generadores de un cambio social en el mediano y largo plazo sin precedentes,  evitando con ello la fuga de cerebros y capital intelectual hacia lo oscuro y subterráneo, que, de aprovecharse de la mejor manera, contribuirían al progreso social, cultural, científico y económico de nuestros países.  

Agradezco tu participación y opinión sobre el escrito. 

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