Todo comenzó una noche cuando en la oscuridad de la habitación mi señora dijo en tono de a punto de dormirse, “Pues inicia sin plata”. Lo hizo así no más, sin pelos en la lengua, escueta, cruda, cansada de escuchar mis lloriqueos por qué no tenía dinero para iniciar mi nuevo emprendimiento.
Fruncí el cuerpo y abrí los ojos al escucharla. Clavé la mirada hacia el
oscuro infinito del techo, aclaré la garganta un par de veces para decir “Imposible.
Nadie arranca negocios sin plata. El billete es esencial...”, pero ella se
adelantó a mi discurso lastimero diciendo que “puede con toda la juguetería[1],
como tú lo quieres no, pero ¿qué tal arrancar por partes?”
No entendí mucho lo que quiso decir con “por partes”.
Poner un negocio sin plata es extraño, pero por partes no me era claro,
en especial, cuando era de una fábrica de helados que se trataba, cuyo proceso productivo
no concebía partes y la inversión necesaria para el inicio, no era de poca
monta: USD 100 mil de la época.
Ella continuó su retahíla. “La queja es que no hay dinero suficiente para
la compra de máquinas, materias primas, pago de empleados y otras obligaciones.
Solo contamos con la idea, el concepto y el diseño de un modelo de negocios que,
para operar en un papel, no sirve”, agregó, dejando un espacio para tomar aire
y continuar. “Aquí es cuando haces valer la capacidad de emprendedor innovador de
la que tanto alardeas. La plata siempre será un obstáculo, un recurso insuficiente
para los negocios, pero no por ello, se dejan de montar”
Su reflexión me dejó con más insomnio del que mantenía desde
que me dediqué a ser emprendedor. Luego, ella dio la estocada final. “Mejor contactos que plata. Piensa en tus
capacidades y en tu networking. Hasta mañana”
Quedé en shock.
Y es que la falta de billete[2]
para arrancar un negocio con todas las de la ley es de las mayores
frustraciones que vive un emprendedor que ha cumplido con los requisitos para avanzar
en la ruta de emprendimiento (ideación, conceptualización, diseño del modelo,
etc.).
Se me altera la boca del estómago recordando la cantidad de pitch
que he hecho ante potenciales inversionistas, entidades de fomento, bancos, concursos
de emprendimiento, prestamistas del gota a gota, familiares, amigos, y tener
que aplazar el sueño de iniciar lo mío ante la falta de capital. Mil latigazos me
di tildándome de bueno para nada ante el fracaso, puse en duda mi capacidad llegando
a estados de ansiedad y depresión que parecían quedarse para siempre, al no ver
el horizonte de independencia económica y social libre de nubes negras.
Lo sufrí por años.
Lo de la dependencia absoluta hacia el dinero para arrancar negocios.
Lo hice hasta que me vi cuentas bancarias resteadas de billete, las
deudas atrasadas se convirtieron en el motivo principal de las llamadas al celular,
y las centrales de riesgo arrasaron con mi buen nombre degradando mi honra hasta
convertirme en una alerta roja para el sistema financiero del país y del mundo.
Pero fue la conversación de
aquella noche la que me sacó del letargo, la oscuridad, y puso a brillar en mi la
ilusión, la que me dio el punto de giro necesario para entrar en escena de
nuevo y comprender que había muchas formas de iniciar un negocio, en especial, sin
dinero de por medio.
No fue de la noche a la mañana
que los descubrí. Días y noches sentado al frente del computador, de consultar
con expertos (después me convertí en uno de ellos) y de conocer algunas
historias emprendedoras que lo habían hecho, me llevó a la conclusión de que
era posible hacerlo.
Actué
de inmediato.
Cero procrastinación.
Inicié el negocio de los helados y lo mantuve sostenible y rentable hasta
que un amigo se interesó por él y lo quebró por mal manejo al corto tiempo. Pero
eso hace parte de otra de historia que ojala pueda compartirles luego.
Aquí, propongo tres formas que encontré para iniciar con fondos
insuficientes negocios propios o hacer parte de uno.
Mejor el 1% de algo que el 100% de nada. Si se tiene identificado
el potencial de la oportunidad de negocio (respaldada en estudios), pero no hay
plata para iniciarlo, la opción propone la cesión de participación accionaria en
favor de socios capitalistas ofreciendo para hacer parte de la sociedad,
aportes representados en estudios de oportunidad o investigaciones necesarias para
la operación del negocio, o la ejecución de tareas propias del inductor o
componente de valor[3]bajo
la figura de socio industrial, sin colocar dinero.
La figura, útil para ser aplicada en cualquier tipo de negocio, ofrece
la posibilidad de ser socio con los mismos derechos y deberes que otro, y
recibir sueldo o remuneración como empleado, en caso de vincularse laboralmente
con la naciente empresa. Estudiar la legislación comercial de cada país, recurrir
a técnicas reconocidas de valoración de intangibles para medir el aporte industrial
(know How, trabajo especializado, estudios, etc.), serán una buena base
para estimar el valor de la contribución y su correspondiente participación en el
patrimonio de la sociedad.
Toma pedidos: La opción es recomendable para negocios que
requieren altas inversiones de capital en activos y no hay interés por tener
socios. En ella, el emprendedor a) identifica el potencial del mercado del
producto/servicio a ofrecer, b) conceptualiza la idea y define su inductor o
componente de valor, c) diseña el modelo de negocio y con el define la estructura
de proveedores (producción, logística y distribución) y d) sale al mercado a
vender el producto de su interés. Fue como me inicié en el negocios de los helados.
Saben que no tenía nada, solo la idea, su concepto y el modelo definidos,
por lo que, después de hacer la tarea, me dediqué a recorrer la ciudad buscando
colegios, tiendas de barrio y heladerías, para tomar pedidos que llevaba a una
planta productora que quiso apoyar mi forma de trabajo, para su fabricación y
distribución. Así inicié el negocio que con el tiempo vendí, pero que me
permitió dar cuenta que sin plata si era posible y que no era necesario montar
una planta propia con toda la juguetería, como mencionó mi señora. Concentré
mi atención en el inductor de valor del negocio que, para mi caso, lo respaldé
en el fortalecimiento de la marca y en todo lo que ello implica (no es solo nombre),
respaldado con contratos de propiedad intelectual y confidencialidad. Si me preguntan
cómo saqué adelante el negocio, respondería que debido a su correcta conceptualización
(competencias fundamentales: arquitectura)[4]
al diseño del modelo de negocios, y, a mi capacidad de construir networking
acompañado de la siempre obsesiva concepción de tener algo con alto sentido de
diferenciación.
Know How: Hoy en día, justo
a cumplirse el primer cuarto del siglo 21, el siglo del emprendimiento, la
innovación, la revolución digital, la economía de la experiencia, la
transformación y el conocimiento, ofrecen más oportunidades de montar empresas
que no requieren de capital para comenzar. Hacer, saber, conocer, comprender
los que otros no, dejan opciones para crear negocios rentables y sostenibles en
el tiempo, sin hacer esfuerzo económico.
Empresas de asesoría, de desarrollo de negocios o productos(servicios) personalizados,
de relacionamiento o acompañamiento, de creación o apoyo, de entretenimiento o
educación, pueden una base de orientación a seguir para capitalizar lo
aprendido, articular lo desconocido, o desarrollar lo no creado con fines
montar negocios sostenibles y rentables incluso, en los sectores sociales y culturales.
En mi caso convertí el conocimiento en un inductor de valor que me ha
permitido marcar la diferencia frente a los demás, y tener varios negocios en
marcha sin inversiones iniciales de capital. Potencializar las experiencias de
la vida, buenas y no tanto, ha logrado que la cuenta con fondos insuficientes
no sea ni la amenaza ni la debilidad de un proyecto que tenga futuro de desarrollo
y éxito.
Hasta la próxima.
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