jueves, 5 de octubre de 2023

FELICIDAD EN LOS NEGOCIOS

 

Siempre he hecho lo que me gusta y hace feliz.

Es mi definición de ser exitoso, una que trasciende los ámbitos del dinero, el poder, la vida llena de activos, o el afán desmedido por el reconocimiento, algo tan propio del mundo del arte, la academia, o el ejercicio profesional en el que me desempeño.

Soy humanamente feliz y exitoso. 

Y lo soy porque he afrontado la vida con actitud, sin desconocer que ésta no siempre ha jugado a mi favor, firme a mis convicciones y principios, sin perder el horizonte definido.

Dentro de ese orden de ideas, elegí ser emprendedor, como lo he escrito en artículos anteriores, con el sueño idílico de ser parte de un mundo lleno de ellos, de seres independientes social y económicamente, dentro de los que caben los millones de empresarios pyme del mundo. 

Pero lo importante de este escrito, es el hecho de ser feliz. 

Un tema que ha estado alejado del mundo de los negocios y la economía en general, pues las preocupaciones se han concentrado en la generación de billete, el crecimiento del PIB, y la falsa creencia de que con estos se alcanza la felicidad y la satisfacción en la vida, cuando en realidad la situación es de sentido contrario: de la felicidad se logra el éxito en sus diferentes expresiones: personal, profesional, económico, etc. 

Una preocupación que ha estado siendo considerada con seriedad, desde años atrás. 

Países como Finlandia, Nueva Zelanda, Reino Unido, Japón, Escocia, Estados Unidos; empresas como Google, Manpower, Deloitte, Virgin, Netflix, han considerado el asunto poniendo en marcha ministerios, oficinas especiales, o áreas organizacionales dedicadas a considerar su promoción. Universidades como Harvard, Berkeley, Columbia o Yale, ofrecen hoy cursos dedicados al fortalecimiento de habilidades blandas para lograrlo, ¡tal y como lo expone Andrés Oppenheimer en su libro! ¡Cómo salir del Pozo! de reciente publicación. 

Y es que desenfocamos nuestra vida por ir tras placebos que ofrecen alegrías momentáneas. 

Placebos que al no encontrar retorno emocional positivo llevan a la depresión, la ansiedad o el estrés, debido a la baja autoestima, a la poca tolerancia al fracaso, y, al poco desarrollo de otras habilidades que seguro nos harían más felices, como lo son la gratitud, la solidaridad, y la caridad, entre otras. 

Menciona el libro referido, el curso de "Liderazgo y Felicidad" ofertado por la Universidad de Harvard, impartido por el profesor Arthur Brooks, gurú, experto en la materia, el cual deja entre sus mensajes, que la felicidad es el resultado de la conjunción de cuatro factores: familia, amigos, trabajo con sentido y filosofía de vida.

Comparto la posición. 

Familia, porque es el eje fundamental de nuestra existencia, de donde proviene nuestra formación moral, ética, y la esencia de como enfrentamos la vida.

Amigos, porque son la base del relacionamiento social, de las conexiones, y garantes para no caer en la soledad y el aislamiento absoluto.

Trabajo con sentido, haciendo lo que nos gusta y place, pues hace parte de nuestro proyecto de vida, generando dinero por hacerlo y,

Filosofía de vida, clara, definida, alienada con quien se es como ser humano, porque es la que exalta y mueve al espíritu para mantenerse vibrando y resonando con el universo.


Son tiempos de trascender las visiones economicistas del manejo de países y empresas, hacia unas más humanistas. Sin significar que lo económico y financiero no son de utilidad, invito a considerar indicadores que vayan más allá de PIB o los flujos de caja para medir el éxito de gobiernos o empresas. Bien lo planteó Adam Smith, padre de la economía moderna en su ensayo La teoría de los sentimientos morales, donde escribió que el éxito de las naciones también debe ser determinado “(…) por la proporción y medida en que hacen feliz a su población (…)”

 

 Agradezco tu opinión. 


 

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